NOTA TÉCNICA

 

Proceso de reparación de carriles de tranvía de acero aleado con vanadio y su validación mediante modelado por elementos finitos (MEF)

Daniel R. Galán-Riveraa,*, Manuel J. Orviz-Theodosiusb, Miguel Vigilb,c, Daniel Mirandad, Francisco J. Belzunce-Varelaa

aUniversidad de Oviedo, Departamento de Ciencia de los Materiales y Metalurgia, C/ San Francisco 3, 33003 Oviedo, Asturias, España

bInnvel2Consulting, C/Santiago, 2 – Bajo, 33210 Gijón, Asturias, España

cUniversidad de Oviedo, Departamento de Explotación y Prospección de Minas, C/ San Francisco 3, 33003 Oviedo, Asturias, España

dCentro Tecnológico IDONIAL, Parque Empresarial PEPA, Calafates, 33417, Avilés, Asturias

*Autor para la correspondencia: galandanielramon@gmail.com

 

RESUMEN

La reparación in-situ de los carriles de tranvía mediante soldeo por arco eléctrico es un proceso ampliamente extendido que se utilizar para incrementar la vida útil en servicio de los carriles. Sin embargo, las nuevas resinas poliméricas empleadas en los embebidos de estas vías limitan las temperaturas que se pueden alcanzar en la reparación, ya que por encima de 170 ºC, la mayoría de estos polímeros se degradan. Por esta razón, es necesario desarrollar un proceso de soldeo rápido, seguro y económicamente viable, que al mismo tiempo garantice que los carriles no superan dicha temperatura en la superficie de contacto citada. En este estudio, se realizó la reparación de un acero de carril R290V (aleado con vanadio) mediante la deposición de un metal de aporte inoxidable mayoritariamente austenítico a través de un proceso de soldeo por arco eléctrico e hilo tubular (FCAW). El procedimiento de soldeo aplicado se ha diseñado y validado mediante simulación numérica por elementos finitos, habiéndose demostrado la posibilidad de realizar el recargue “in situ” del carril de tranvía sin que en la región del embebido se superen 140 ºC y sin que se forme martensita en ningún punto de la Zona Afectada Térmicamente (ZAT).

 

ABSTRACT

Welding repair process of vanadium steel grooved rails and its validation by means of finite element modelization (FEM). Arc welding repair procedures are widely used to increase the life service of grooved rails on trams. However, the new polymeric embedments used with these rails limit the temperature that can be achieved during the repair process, as these materials degrade when they are heated above 170 ºC. To avoid this problem, an optimum weld repair procedure must be developed to ensure an economically and fast weld without exceeding the limited temperature of the embedment. In this study, the repair of the new R290V rail steel (vanadium alloyed) was carried out with an austenitic stainless-steel consumable and a flux core arc welding technology (FCAW). The procedure was designed and validated using a finite element simulation and it was proved that it is possible to repair these rails without even attaining above 140 ºC in the embedment and without the formation of martensite.

 

Enviado: 24 Octubre 2019; Aceptado: 12 Febrero 2020; Publicado on-Line: 28 Agosto 2020

Citar como/Citation: Galán-Rivera, D.R.; Orviz-Theodosius, M.J.; Vigil, M.; Miranda, D.; Belzunce-Varela, F.J. (2020). “Proceso de reparación de carriles de tranvía de acero aleado con vanadio y su validación mediante modelado por elementos finitos (MEF)”. Rev. Metal. 56(2): e168. https://doi.org/10.3989/revmetalm.168

PALABRAS CLAVE: Acero con vanadio; Carril; Desgaste; MEF; Recargue FCAW; Tranvía

KEYWORDS: FCA weld; FEM; Rail; Tramway; Vanadium steel; Wear

ORCID ID: Daniel R. Galán-Rivera (https://orcid.org/0000-0001-6810-0110); Manuel J. Orviz-Theodosius (https://orcid.org/0000-0002-1282-7166); Miguel Vigil (https://orcid.org/0000-0003-3687-6867); Daniel Miranda (https://orcid.org/0000-0001-6225-7491); Francisco J. Belzunce-Varela (https://orcid.org/0000-0002-3049-2654)

Copyright: © 2020 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia de uso y distribución Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0).


 

CONTENT

1. INTRODUCIONTOP

El crecimiento de la población mundial y su masificación en las grandes ciudades exige el desarrollo de unos transportes públicos eficientes que permitan desplazar al mayor número de personas con el menor impacto medioambiental posible. Para el año 2050, se estima que el 70% de la población mundial se concentrará en grandes ciudades (Cho, 2018), por lo que ya resulta fácil prever los problemas relacionados con la contaminación, la habitabilidad y la movilidad en estas megapoblaciones (Borck, 2019). Es entonces necesario el desarrollo de “medios de transporte verdes”, que reduzcan las emisiones de contaminantes, sustituyendo a los medios de transporte convencionales (Goldman y Gorham, 2006). Si bien el mercado privado de los medios de transporte eléctricos es aún demasiado pequeño, las instituciones públicas deben apostar por el desarrollo de estas tecnologías (Carrese et al., 2014). Aquí es donde entra en juego el uso del tranvía cuya elevada capacidad de movimiento de pasajeros y sus bajos niveles contaminantes, lo posicionan como un medio de transporte alternativo eficiente del máximo interés (Martín et al., 2014). Además, como los carriles que se utilizan para esta aplicación van embebidos en la calzada, el tranvía es un medio de transporte compatible con el resto de los medios de transporte públicos que existen actualmente en las ciudades.

Con el desarrollo de los tranvías, es necesario mejorar en paralelo las propiedades de los carriles que constituyen la vía (Pacyna, 2008; Carrol et al., 2013). Al aumentar las cargas por eje y las velocidades, también se incrementan los esfuerzos y solicitaciones que debe soportar la vía, especialmente en las regiones en curva. En el caso de los carriles de tranvía, estas solicitaciones pueden incluso duplicarse ya que, por la disposición de la vía en las calzadas de las ciudades, los radios de las curvas pueden llegar a ser inferiores a 20 m (Sandor y Ramsey, 2012). Además, como estos carriles se encuentran normalmente embebidos en la calzada en moldes de polímero, resulta muy compleja su sustitución cuando han sufrido un desgaste excesivo. Por esta razón, resulta más económica la reparación de los carriles desgastados que su sustitución por carriles nuevos (TRCP, 2012). Una de las soluciones más extendidas para la reparación de los carriles es el recargue por soldadura con arco eléctrico, que permite la reparación de los carriles desgastados mediante la deposición de un acero con la misma o con diferente composición química y propiedades que las del carril original (Marqueteeken et al., 2008; Zahiri et al., 2014). Además, en estos casos, el aporte térmico aplicado debe ser menor que el utilizado normalmente con objeto de evitar el deterioro térmico del embebido plástico y para evitar este problema es conveniente llevar a cabo simulaciones mediante análisis previos por elementos finitos (FEA) del proceso de reparación (Rosenthal, 1946; Wetsby, 1968; Rykalin et al., 1971; Goldack et al., 1984; Bullon et al., 2007; Martínez et al., 2009), para garantizar temperaturas máximas en el embebido inferiores al límite preestablecido, evitar pruebas innecesarias y optimizar, de este modo, los costes y el tiempo empleados en la reparación.

Con la incorporación de los nuevos aceros de carril aleados con vanadio, no solo es posible incrementar la vida útil de los carriles frente al desgaste, sino que también se mejora su soldabilidad, ya que permiten mantener los mismos niveles de dureza en la superficie de rodadura utilizando composiciones químicas con un menor porcentaje de carbono (ArcelorMittal, 2018; Solano-Alvarez et al., 2019). De cualquier manera, resulta necesario desarrollar procedimientos de soldeo que permitan la reparación “in situ” de estos carriles, utilizando una temperatura de precalentamiento lo suficientemente baja como para evitar el deterioro del embebido plástico que soporta la vía.

2. METODO EXPERIMENTALTOP

2.1. Materiales y procedimiento de soldeoTOP

En este estudio se utilizó el nuevo grado de acero de carril de tranvía aleado con vanadio desarrollado por la compañía ArcelorMittal y cuya denominación comercial es R290V. Siguiendo las recomendaciones de trabajos previos (Sandor et al., 2013), se seleccionó como metal de aporte un acero inoxidable de matriz austenítica con una pequeña fracción de martensita (15CrMn). La aleación con cromo le confiere su carácter inoxidable y la adición de manganeso estabiliza la austenita como fase matriz mayoritaria, hecho que incrementa sus propiedades anti-desgaste, bajo la condición de desgaste por rodadura, en virtud de la transformación de la microestructura austenítica en martensita que tiene lugar bajo las cargas normales de servicio del carril (efecto TRIP) (Vuorinen et al., 2009).

Las composiciones químicas de los metales base (R290V) y de aporte (15CrMn) se recogen en la Tabla 1. La composición química del acero base se ha obtenido mediante análisis gravimétrico en el caso del silicio, utilizando un analizador Leco CS230 en el caso del carbono, y mediante espectroscopía atómica (AES) para el resto de los elementos (Solano-Alvarez et al., 2019). La composición del metal de aporte fue suministrada por el fabricante.

Tabla 1. Composición química del acero base y del aporte (% en peso)
Metal Matriz C Si Mn Cr Ni Mo V
15CrMn Austeno-Martensítica 0,3- 0,4 0,5- 0,7 13,5- 13,8 15,0- 16,0 1,6- 1,8 0,7- 0,8 0,6- 0,7
R290V Perlítica 0,5- 0,6 0,3- 0,5 0,9- 1,1 <0,15 - - 0,1- 0,2

Se utilizó la geometría del carril 54 G1 (41 GPU) de acuerdo a la normativa UNE-EN 14811 (2011). Para simular el efecto del daño debido al desgaste en los carriles situados en una curva, se realizó un mecanizado de 20 mm de profundidad en la esquina de la cabeza de uno de los carriles (Fig. 1). Tras el mecanizado citado, el perfil fue recargado utilizando la tecnología de soldeo por arco eléctrico e hilo tubular (FCAW).

Figura 1. Diseño del mecanizado utilizado para simular el daño debido al desgaste en curva del carril de tranvía 54G1.

 

En la ejecución de esta reparación “in situ” es muy importante destacar la limitación que existe en cuanto a la temperatura máxima que se permite alcanzar en el embebido plástico que rodea al carril, que normalmente debe fijarse en 150-170 ºC, ya que en caso contrario el embebido se degradaría desprendiendo además unos humos tóxicos muy contaminantes (Fig. 2) (Sandor y Ramsey, 2012).

Figura 2. Ejemplo de la región sensible a la temperatura de un embebido polimérico en un carril de tranvía.

 

2.2. Caracterización térmica, metalúrgica y de durezas llevada a cabo después del recargueTOP

En la reparación se llevó a cabo el control de la temperatura en la superficie del recargue y en la superficie de éste en contacto con el embebido. Con este fin, en primer lugar, se taladraron 6 agujeros de 4 mm de diámetro y 15 mm de profundidad en uno de los laterales de la cabeza del carril (Fig. 3). El primer agujero se taladró a 50 mm de uno de los extremos del carril, mientras que el resto de los agujeros se taladraron sucesivamente cada 190 mm. En el interior de estos agujeros, se instalaron termopares de contacto, fijados mediante una pasta sellante, con objeto de medir la temperatura de la región próxima a la superficie recargada. Además, en los puntos intermedios entre cada agujero se colocaron en contacto con la superficie del carril otros termopares soldados con objeto de medir la temperatura de la superficie en contacto con el embebido (Fig. 4).

Figura 3. Distribución de los agujeros en donde se situaron los termopares de contacto.

 

Figura 4. Disposición de los termopares en el carril recargado. En línea continua se sitúa la localización de los termopares de contacto y en línea discontinua la de los termopares soldados.

 

Para el precalentamiento de la muestra se utilizó un equipo de precalentamiento con llama alimentado mediante propano. Se estableció una temperatura de precalentamiento de 100 ºC en la zona próxima a la superficie de soldeo, lo que suponía un calentamiento de la zona en contacto con el embebido de en torno a 60 ºC.

Una vez realizado el proceso experimental de recargue del carril, se extrajeron dos lajas transversales, la primera de una sección donde se había situado uno de los agujeros que contenía un termopar de contacto (Fig. 5a), y la segunda de una región en la que se había dispuesto un termopar soldado (Fig. 5b). Sobre la primera de estas secciones se llevó a cabo la caracterización metalográfica y se realizaron cadenas de dureza. La muestra se fresó y desbastó con lijas de carburo de silicio hasta una granulometría de P120, para finalmente realizar una macrografía de su superficie. Para revelar el recargue de acero inoxidable se utilizó un ataque electrolítico basado en una disolución acuosa de NaOH al 20%, mientras que la macroestructura del acero base y de sus zonas afectadas térmicamente se revelaron con Nital al 15%.

Figura 5. Macrografías extraídas de la región en donde se situaba (a) un termopar de contacto y (b) un termopar soldado.

 

Para la evaluación de la dureza se realizaron dos cadenas localizadas a 1 mm de la superficie del carril en las regiones de inicio y fin del recargue (líneas LI y LII indicadas en la Fig. 6). Se utilizó el método Vickers con una carga de 10 kg (HV10), siguiendo los criterios de la norma UNE-EN 6507-1 (2018). Se diferenció entre la zona afectada térmicamente debida a los cordones de la primera capa (ZAT inferior, LII) y la zona afectada térmicamente debida a los últimos cordones depositados (ZAT superior, LI), ya que éstas son las zonas más críticas del recargue. Hay que destacar que, en el proceso industrial de reparación del carril de tranvía, tras el recargue se debe realizar un reperfilado de la región depositada a fin de recuperar la geometría inicial que tenía el carril.

Figura 6. Disposición de los perfiles de dureza (LI y LII) realizados sobre el carril recargado y reperfilado.

 

2.3. Simulación del proceso de recargue por soldeoTOP

Para la simulación numérica del proceso de recargue se utilizó un software de elementos finitos SYSWELD. Se realizaron varias simulaciones en 2 y 3 dimensiones utilizando diferentes parámetros de soldeo y temperaturas de precalentamiento.

Se utilizó un modelo de fuente de calor basado en dos elipsoides combinados (Goldack et al., 1984), de manera que la evolución del calor Q en el frente se puede calcular a partir de la expresión Ec. (1):

mientras que, en la parte posterior al paso de la fuente de calor, éste se expresa mediante la Ec. (2):

siendo a, b y c las dimensiones de los semiejes del elipsoide, v la desviación típica, τ el factor de retardo necesario para definir la posición de la fuente para un tiempo t igual a 0, y fr y ff unos factores que fraccionan el calor en el frente y tras el elipsoide y cuya suma es igual a 2. A partir de las macrografías expuestas en la Fig. 5, se han obtenido los parámetros dimensionales del elipsoide, ancho y profundidad de la zona fundida, al tiempo que se ha tomado la distancia delante de la fuente de calor igual al ancho y la distancia tras la fuente el doble del ancho (Goldack et al., 1984).

Por otro lado, las propiedades físicas del acero constitutivo del carril R290V (conductividad térmica, calor específico y coeficiente de dilatación térmica), variables con la temperatura, que se han utilizado en estos cálculos, se han obtenido con la ayuda del software de simulación JMatPro.

2.3.1. Simulaciones inicialesTOP

Definidos unos parámetros de soldeo iniciales extraídos de la bibliografía (Sandor y Ramsey, 2012), y que se muestran en la Tabla 2, se realizaron varias simulaciones preliminares, sin aplicar precalentamiento alguno, en las que se depositaron 14 cordones formando 7 capas, más una final de revenido, para completar la geometría del perfil de un carril de 4 metros de longitud (Fig. 7). En todas las simulaciones se ha utilizado el mismo mallado compuesto principalmente por elementos cuadriláteros (en 2 y en 3 dimensiones) con integración lineal de los nodos y un refinamiento de la malla en la zona de interés (zona del recargue y ZAT del mismo) (Fig. 7). En las diferentes evaluaciones se fue incrementando el tiempo de espera entre pasadas necesario para evitar que la superficie del carril en contacto con el embebido superase 170 ºC (puntos marcados con flechas en la Fig. 7).

Tabla 2. Parámetros de soldeo utilizados en las simulaciones iniciales
Cordón Velocidad, cm·min-1 Voltaje, V Intensidad, A Aporte térmico, J·mm-1
1 90 31-32 240-250 510
2
3
86 31-32 240-250 540
4
5
83 31-32 240-250 560
6
7
76 31-32 240-250 610
8
9
70 31-32 240-250 660
10
11
65 31-32 240-250 710
12
13
60 31-32 240-250 770
14 45 31.5-32 250-260 1040

Figura 7. Mallado utilizado en las simulaciones numéricas iniciales de la ZAT del recargue. Las flechas indican los puntos de medida sobre los que se controló que la temperatura no superase 170 ºC.

 

2.3.2. Simulaciones finalesTOP

Tras las simulaciones preliminares se puso de manifiesto que, con los parámetros de soldeo teóricos utilizados en las simulaciones anteriores, no era posible llenar completamente la junta, ya que el rendimiento del proceso era inferior a uno, en virtud de las pérdidas térmicas siempre existentes en la realidad, por lo que se tuvo que incrementar el número de cordones, para depositar 20 cordones en 7 capas, incluyendo el cordón final de revenido (Fig. 8) y, además, se utilizó también una temperatura de precalentamiento de 60 ºC, con objeto de asegurar que no se formaba martensita en la ZAT. En este caso, para adecuar las simulaciones a la realidad, el carril simulado tenía 1 metro de longitud.

Figura 8. Distribución de los cordones de recargue en la simulación final de la reparación.

 

Los parámetros de soldeo utilizados (número de cordones, velocidad de avance, voltaje, intensidad y aporte térmico) tanto en las pruebas experimentales como en estas simulaciones (ESAB, 2019) se recogen en la Tabla 3. Los cordones se han numerado siguiendo la secuencia establecida en la Fig. 8, comenzando el recargue por la parte inferior izquierda, continuando de izquierda a derecha y de abajo a arriba.

Tabla 3. Parámetros de soldeo utilizados en las simulaciones finales
  Cordón* Vsoldeo, cm·min-1 Intensidad, A Voltaje, V Aporte Térmico, J·mm-1
1ª capa 1 70 115-130 31,2-31,6 262-300
  2 60 123-167 29,1-30,2 304-428
  3        
  4        
2ª capa 5 60 145-183 28,6-29,9 353-465
  6        
  7        
  8        
3ª capa 9 55 190-213 28,7-29,4 506-581
  10        
  11        
4ª capa 12 50 177-202 29,2-29,8 527-558
  13        
  14        
5ª capa 15 45 160-185 29,6-30,4 537-637
  16 55 170-200 29,5-30,3 465-562
  17        
6ª capa 18 40 180-210 29,1-29,8 668-798
  19        
7ª capa 20 40 170-220 28,9-30,4 627-853
*véase la Fig. 8

En estas simulaciones se midió también la evolución de la temperatura durante el proceso completo de recargue en los mismos nodos en los que se habían colocado los termopares (Fig. 4 y Fig. 7).

3. RESULTADOSTOP

3.1. Simulaciones numéricasTOP

3.1.1. Simulaciones inicialesTOP

Se comenzó utilizando un tiempo de espera entre cordones de 60 segundos, con los parámetros de soldeo que se habían indicado en la Tabla 2. Bajo esta condición se pudieron depositar, sin superar la temperatura máxima especificada en la superficie, solo 5 cordones en el recargue realizado sin precalentar. Se fue incrementando así el tiempo entre pasadas a 180, 240 y finalmente a 300 s sin conseguir evitar el calentamiento excesivo en la región de la superficie de la cabeza en contacto con el embebido (Fig. 9), por lo que, para superar esta limitación, se decidió realizar esperas superiores en determinadas pasadas concretas (cordones finales). Se diseñó así una secuencia de pasadas óptima (Tabla 4), con la que se logró mantener la temperatura máxima de la superficie del carril por debajo del rango preestablecido de 150-170 ºC. En esta tabla se indica el tiempo, en minutos, para el comienzo de cada pasada (t0), el tiempo que tarda en realizarse cada pasada de 4 metros de longitud (tw) y el tiempo de espera que se deja entre pasada y pasada para que enfrié el carril (tnp). Como se puede ver en la misma tabla, el tiempo total (ttotal) para la realización completa del recargue de un carril de 4 metros de longitud sería de 96 minutos.

Figura 9. Distribución de las temperaturas máximas alcanzadas en el carril con la deposición de 14 cordones, sin precalentar (20 ºC), con una espera de 300 s entre cada cordón. El círculo rojo indica la región en dónde se midió la máxima temperatura en la zona de contacto con el embebido.

 
Tabla 4. Secuencia de tiempos optimizada para el recargue de un carril de 4 metros
Nº Cordón t0 (min) tw (min) tnp (min)  
1 0 4,5 0,5  
2 5 4,6 0,5  
3 10,1 4,6 0,5  
4 15,2 4,8 0,5  
5 20,5 4,8 0,5  
6 25,8 5,2 0,5  
7 31,6 5,2 0,5  
8 37,4 5,7 0,5  
9 43,6 5,7 4,3  
10 53,6 6,2 0,5  
11 60,3 6,2 4  
12 70,2 6,7 0,5  
13 77,4 6,7 3  
14 87,4 8,9 - ttotal = 96 min

Con la secuencia de pasadas optimizada definida, se consiguió que la temperatura máxima en la superficie de la cabeza del carril al completar el proceso de recargue no superase 160 ºC (Fig. 10a). Además, utilizando estos mismos tiempos, se realizaron unas nuevas simulaciones, aplicando ahora un cierto precalentamiento y se comprobó que con una temperatura de precalentamiento de 50 ºC, apenas se registró un incremento de 2 grados en la temperatura de la superficie del carril en contacto con el embebido al final del proceso de recargue (Fig. 10b).

Figura 10. Distribución de la temperatura en el carril tras depositar 14 cordones con los tiempos de espera definidos en la Tabla 4: a) sin precalentar (20 ºC) y b) utilizando un precalentamiento de 50 ºC.

 

3.1.2. Simulaciones finalesTOP

En la Tabla 5 se muestran ahora los tiempos en los que se comenzó la deposición de cada cordón (to), el tiempo empleado en el recargue del mismo (tw), y el tiempo de espera que hubo de utilizarse al finalizar el depósito de cada cordón (ti), con objeto de mantener la región crítica del embebido plástico por debajo de 150 ºC, utilizando ahora 7 capas y 20 pasadas y los parámetros de soldeo indicados en la Tabla 3. En la misma tabla, se indica también el tiempo total necesario para completar el proceso de recargue de un metro de carril.

Tabla 5. Tiempo inicial (to), tiempo de soldeo (tw) y tiempo entre pasadas (ti) medidos experimentalmente en cada pasada. Tiempo total del proceso completo de recargue de 1 m de carril (ttotal).
15CrMn Cordón 1 Cordón 2 Cordón 3 Cordón 4 Cordón 5 Cordón 6 Cordón 7 Cordón 8 Cordón 9 Cordón 10
to (s) 2055 2457 2855 3079 3662 4504 4932 5173 5463 6605
tw (s) 92 155 104 117 107 131 108 105 122 122
ti (s) 310 243 120 466 735 297 133 185 1020 148
  Cordón 11 Cordón 12 Cordón 13 Cordón 14 Cordón 15 Cordón 16 Cordón 17 Cordón 18 Cordón 19 Cordón 20
to (s) 6875 7291 7798 8247 8711 9624 10247 10907 11482 12287
tw (s) 120 120 148 140 143 160 111 175 175 175
ti (s) 296 387 301 324 770 463 549 400 630 -
              ttotal= 12462 s =207,7 min  

Para la validación de las simulaciones, se compararon los ciclos térmicos medidos experimentalmente con los diferentes termopares con los ciclos térmicos calculados numéricamente en los nodos correspondientes.

A modo de ejemplo, en la Fig. 11 se ha representado la evolución de la temperatura en uno de los termopares soldados, que mide la temperatura del carril en la zona de contacto con el embebido (termopar T4, Fig. 4), junto a la predicción numérica realizada en esa misma localización. Cada uno de los 20 picos corresponde a la deposición de cada cordón. Se puede observar una buena correspondencia entre las medidas experimentales y las obtenidas mediante simulación numérica, si bien, en el caso de la simulación, el precalentamiento es instantáneo mientras que en la prueba experimental se requiere un tiempo de casi 1000 s para alcanzar la temperatura de precalentamiento de 60 ºC. En la Tabla 6 se han representado las temperaturas máximas de cada uno de los picos, así como el error relativo entre las medidas experimentales y las numéricas, que se situó en un error medio del 12.8%. Se pone de manifiesto también que, de acuerdo con las condiciones preestablecidas, en ningún momento se ha superado una temperatura de 140 ºC en el embebido.

Figura 11. Ejemplo de la evolución de la temperatura en función del tiempo medido en el termopar T4 soldado a la superficie de contacto con el embebido (a) y su correspondiente simulación numérica (b).

 
Tabla 6. Máximas temperaturas medidas en la superficie del carril en contacto con el embebido en las pruebas experimentales y en las simulaciones numéricas (Termopar T4, véase Fig. 4)
  Experimental ºC Simulación ºC Error Relativo %   Experimental ºC Simulación ºC Error Relativo %
Cordón 1 89 78 12,4 Cordón 11 104 112 7,7
Cordón 2 81 87 7,4 Cordón 12 119 128 7,6
Cordón 3 87 84 3,4 Cordón 13 107 119 11,2
Cordón 4 88 98 11,4 Cordón 14 100 120 20,0
Cordón 5 103 100 2,9 Cordón 15 112 140 25,0
Cordón 6 88 82 6,8 Cordón 16 87 116 33,3
Cordón 7 101 91 9,9 Cordón 17 84 105 25,0
Cordón 8 103 107 3,9 Cordón 18 104 128 23,1
Cordón 9 135 133 1,5 Cordón 19 102 127 24,5
Cordón 10 94 94 0,0 Cordón 20 102 121 18,6
          Error relativo medio 12,8%

3.2. Análisis microestructural y perfiles de durezaTOP

Tal y como se puede observar en la Fig. 12, la máxima dureza medida en la ZAT se situó en torno a 350 HV, en la zona de la ZAT inferior, y en torno a 400 HV en la región de la ZAT superior. Esta diferencia de dureza se justifica en función del mayor revenido de la ZAT que ha tenido lugar en las primeras pasadas con respecto a la ZAT de la última pasada, que fue únicamente revenida por efecto de la pasada de sobrerevenido final, depositada tras completar la geometría del recargue. La dureza del metal de aporte se sitúa en torno a un valor medio de 280 HV, que es ligeramente inferior al valor de dureza del metal base (300-320 HV). Además, se observa una diferencia de dureza que se sitúa en torno a 20 HV (320 frente a 300 HV) entre las zonas del acero base cercanas a la ZAT superior e inferior del proceso de recargue. Esta heterogeneidad en la dureza se justifica en virtud de la acumulación de calor durante el enfriamiento final tras la laminación en caliente del carril y es, por lo tanto, independiente del proceso de recargue. En virtud de la geometría de la cabeza del carril, la disipación de calor en su zona inferior es menor y la menor velocidad de enfriamiento de esta región tras la laminación es el origen del leve ablandamiento detectado en esta zona.

Figura 12. Perfiles de dureza medidos en las localizaciones LI (ZAT superior) y LII (ZAT inferior), de acuerdo con el esquema de la Fig.6.

 

Sobre las mismas muestras en las que se realizaron las medidas de dureza, se realizó también la caracterización microestructural. La microestructura de la ZAT inferior está compuesta principalmente por perlita, con un tamaño de grano muy fino, G13 (Fig. 13a). Esta microestructura es fruto de un enfriamiento relativamente rápido que, sin embargo, no fue suficiente para la formación de martensita, en virtud de la temperatura de precalentamiento utilizada y mantenida durante todo el soldeo. En la zona de la ZAT superior se ha obtenido una microestructura mayoritariamente perlítica, aunque con una muy pequeña fracción de bainita y con ferrita contorneando un borde de grano austenítico ya más grosero, G8, (Fig. 13b). En esta zona se observa el efecto de la pasada de sobrerevenido que, sumada a la acumulación de calor generada durante todo el proceso, justifica el mayor tamaño de grano medido en esta región. Además, las trazas de bainita que aparecen entre la microestructura ferrito-perlítica justifican la mayor dureza medida en esta región. Por último, en la Fig. 14. se presenta tanto la micrografía realizada sobre el metal base, en la que se aprecia la microestructura ferrito-perlítica del acero R290V, como la micrografía realizada sobre el metal de aporte, que es mayoritariamente austenítica, con algunas trazas de martensita.

Figura 13. Micrografía de la ZAT inferior (a) y de la ZAT superior (b), 500x.

 

Figura 14. Micrografía del acero base (a) y del metal de aporte (b), 500x.

 

4. CONCLUSIONESTOP

Las principales aportaciones del trabajo realizado se pueden resumir en las siguientes conclusiones:

–  Se ha demostrado la posibilidad de realizar la reparación “in situ” de un acero de carril de tranvía R290V desgastado, mediante la deposición de un metal de aporte mayoritariamente austenítico, con un proceso de soldeo por arco eléctrico e hilo tubular utilizando una temperatura de precalentamiento inferior a 100 ºC y sin alcanzar una temperatura superior a 150 ºC en el embebido plástico que rodea la cabeza del carril.
–  Las durezas obtenidas en las ZATs del acero base presentan una dureza inferior a 400 HV, no observándose microestructuras martensíticas. A este respecto, resulta de vital importancia el adecuado diseño de la secuencia de pasadas que garantice una velocidad de enfriamiento adecuada para evitar microestructuras frágiles y el uso de una pasada final de sobrerevenido que se eliminará en una operación de mecanizado final.
–  Se ha logrado una buena correlación entre las medidas experimentales de los ciclos térmicos y las obtenidas mediante las simulaciones numéricas. De este modo la simulación numérica del proceso de soldeo permite predecir de modo fiable las temperaturas que se alcanzan en la región del embebido y ajustar la secuencia de pasadas o los parámetros de soldeo con objeto de evitar temperaturas excesivas en esta región.

 

AGRADECIMIENTOSTOP

Esta investigación ha sido financiada con la ayuda a empresas para la realización de Doctorados Industriales: “Oviedo Siembra Talento”, destinadas a la contratación de estudiantes de Programa de Doctorado impartidos en la Universidad de Oviedo, financiados por el ayuntamiento de Oviedo. El autor agradece y aprecia la contribución de Josef Tec de la empresa ESI GROUP por sus consejos e indicaciones sobre el SYSWELD y a Felipe Álvarez de la fundación IDONIAL por la ayuda prestada en la caracterización experimental.

 

REFERENCIASTOP


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